La siguiente obra fue escrita por un alumno de quinto año de educación secundaria (Perú) en el cómodo ambiente de su casa (más concretamente, frente a su computadora).
Presentación: La típica.
Tema: Cuidado de la tierra > Cuidado del agua (Como base al principio, aunque luego el autor apenas y mencionó el asunto)
Producto: Abajo.
TIERRA RESIGNADA, un estudiante
Acto único. Escena I.
Sentada en el escenario está una gigante, de vestimenta sencilla.
A su alrededor se reúne un público que representa a quienes ella se dirige: los humanos.
Sus palabras son la continuación de más, ya dichas.
(Al público, con una mirada de enojo indefinido, como si la gigante no se pudiera decidir en el objeto de su emoción.)
Estaría mejor sin ustedes, después de todo, ¿verdad? ¿Verdad?
(Una pausa apenas perceptible.)
¿Qué bien me hacen ustedes a mí?
(Silencio.)
Toman de mí lo que quieren y me dejan morir, no lo intenten negar ahora. Me usan y...
(Ve en el público una mirada de rechazo: la mirada de alguien en desacuerdo, la mirada de alguien que, de hecho, sí se preocupa por lo que le pase a la gigante. Y la gigante sonríe, otra vez lamentada.)
Gracias, pequeñín, pero es demasiado tarde.
(Ve en el público otra mirada reluctante, esta vez de varios, ve un error en sí misma y habla.)
Oh claro, discúlpenme... creo que es demasiado tarde.
(Se levanta, gira y camina hacia un lado, pensativa.)
Ustedes -la mayoría- hablan y hablan acerca de lo que podrían hacer por mí. De cómo podrían cuidarme y de cómo podrían salvarme. (Se detiene y mira al público otra vez.) Muchos actúan, sí. Muchos logran, sí. Pero más, muchos más, son los que no hacen nada. O eso, o dicen que sí a todo, pero luego, de nuevo, no hacen nada. (Sonríe irónica y piensa en silencio antes de hablar.) ¿Cómo explicarlo...? No... no sólo piensen en la flora como mis pulmones; ustedes ya están acostumbrados a comer de las entrañas de alguien más, después de todo... piensen en el agua como mi sangre, si eso gust... no, ahora que lo pienso, creo que de esa también consumen. (Sonríe entre triste y divertida, baja la mirada y la gigante habla con recelo, a bajavoz*.) Vaya con ustedes los humanos.
Lo siento, ya no sé cómo he de hablarles.
(Vuelve a caminar.)
No es que los culpe por buscar su bienestar: está dentro de ustedes.
(Sigue caminando.)
No puedo comprenderlos.
(Suspira.)
¿Qué animal es el que daña su propio hogar si no el humano? Comprenderlos no está en mis capacidades: yo no quiero progresar. El progreso, tan a menudo protegido, me parece el arma de doble filo por excelencia: no seré, después de todo, la primera que se pregunte si valen la pena los sacrificios que se hacen por el mismo.
¿Lo valen?
(Se sienta una vez más, esta vez con las piernas cruzadas en el suelo.)
Perdónenme, pero no sé cómo expresarme, no sé qué debo hacer.
¿Hacerlos sentir culpables?
No, sería manipular.
¿Acabar yo con ustedes?
No, incluso ahora los quiero.
¿Dejar que me maten?
No, simplemente... ¿no?
(Piensa.)
¿Cuánto... cuánto tiempo necesitarán ustedes para cambiar? ¿Podrán hacerlo antes de que sea "demasiado tarde"?
(Sonríe con lástima del público y de sí misma.)
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