Nuestros errores y “sus” errores: Ciudadanía y formas de autoridad

Sea donde sea, es muy común escuchar sobre la relación entre ciudadanos e instituciones/autoridades y escuchar cosas como “la desobediencia no puede ser peor” o “las autoridades no cumplen con su deber”; sea cual sea la verdad, hay queja en todas partes. Ahora, lo que percibe la gente y lo que es la realidad no siempre son la misma cosa, y este es otro caso de la misma situación. Lo cierto es que ambos, ciudadanos e instituciones (que, de hecho, están conformadas por ciudadanos) erramos en varios aspectos de lo que debería ser nuestra labor.

Con respecto a nuestra relación con las autoridades, opino que debemos obedecer lo dicho por ellas, incluso si esto pudiera llegar a significar hacer sacrificios (siempre y cuando el hacerlo no suponga una vulneración a nuestra integridad o la de otra persona). Con respecto a las responsabilidades de las autoridades con nosotros, creo que estas deben priorizar nuestro bien y hacernos saber que lo hacen. Mi opinión, en realidad, es que debemos obedecernos, criticarnos, apoyarnos y comunicarnos como un solo cuerpo.

Ideas como estas no se justifican por su cuenta, por ello…

1°: Nuestros errores

Hablar de lo que nosotros deberíamos hacer puede resultar algo no deseado para varias personas (después de todo, muchas de estas corresponden al tipo de persona que evita las responsabilidades).  Aun así, considero adecuado señalar varios de nuestros errores, que ayudarán a la mayoría de la gente a cambiar su conducta para mejor.

·     Nos dejamos dominar por el estrés: Cuando alguna de nuestras necesidades corre el riesgo de no cumplirse (cuando se nos hace difícil hacer las compras, por ejemplo), es muy fácil que nuestra conducta se vea alterada, tornándonos predispuestos a faltarle el respeto a otras personas y a las autoridades.

·      Nos dejamos dominar por la indignación o la desesperación: A veces, los afectados no somos nosotros, sino otras personas. Cuando esto pasa, es muy común que las personas pasemos a comportarnos cegados por lo que consideramos correcto, actuando según nuestro propio juicio y poniendo en riesgo a los demás (por ejemplo, en el caso de que un enfermo de COVID-19 no esté siendo ayudado inmediatamente, han sido muchos los casos de personas que corren en su ayuda sin tomar las medidas de precaución necesarias).

Ø  Importante: Con respecto a este punto y el anterior: Es cierto que en varios casos las conductas que podemos tomar están verdaderamente justificadas, ya sea por el propio riesgo o el de otra persona, que puede ser mortal, pero este no es siempre el caso y en realidad son muchas las ocasiones en las que las personas simplemente actúan por no poder controlar sus emociones.

·     Creemos que no hay nadie que nos pueda ayudar (desconfiamos): Esto se relaciona a los dos puntos antes mencionados. Muchas veces actuamos como si no nos fueran a ayudar para nada, cuando lo que de verdad ocurre es que la ayuda no puede llegar siempre tan fácilmente.

·     Intentamos buscar nuestro propio beneficio: Los vendedores informales, por ejemplo, prestan poca o ninguna atención a las medidas señaladas por las autoridades. Ellos priman el lucro propio y, si bien consiguen satisfacer muchas de las necesidades de la población, es cierto también que ponen a la misma en riesgo, como (en la situación actual) potenciales agentes transmisores.

·      No nos informamos: Muchas personas prestan mínima atención a lo que señalan las autoridades o simplemente no reciben la información. Esto puede deberse a incapacidad, claro, pero no puede negarse que en muchos casos ocurre por negligencia. Esta conducta es potencialmente dañina, pues vuelve casi seguro el desconocimiento de nuestras responsabilidades y nos pone en riesgo a todos.

·   (Simplemente) No obedecemos, evadimos responsabilidades: A veces, sin sal agregada, las personas no obedecen lo dictado, no por tener intereses propios que queremos satisfacer (como cuando de lucrar se trata), sino porque no queremos tomarnos molestias, porque queremos seguir con nuestra vida.

Estas son solo algunas de las cosas que hacemos las personas, todas ellas dificultan o imposibilitan el cumplimiento de nuestro deber, lo que nos lleva (luego explicado el porqué) a un círculo vicioso.

2°: “Sus” errores

Los humanos somos expertos criticando, y esto no es algo nuevo. Es ya habitual para nosotros (algunas veces hasta instintivo) señalar los mismos fallos en el trabajo de la autoridad, y, ya que estamos, aquí hay más, pero con “trampa”:

·    Las autoridades no se defienden ni admiten su debilidad: Aunque este no es un error que se pueda juzgar como si nada: las autoridades, en todas sus formas, asumen una gran responsabilidad al subir al poder. Esta responsabilidad, en cierto modo, condena a las autoridades a no poder defenderse cuando no pueden cumplir con alguna labor. Este error es humano: siempre es incómodo tener que defenderse o verse obligado a admitir que uno mismo no fue capaz de cumplir con lo prometido.

·    No están al tanto de todo lo que deberían saber: Este punto también se basa en un error humano: mientras nosotros esperamos un buen trabajo por parte de las autoridades, estas tienen que lidiar con muchos problemas que nosotros no alcanzamos a ver. Por supuesto, esto no es enteramente justificable, ya que la responsabilidad asumida se traduce en la necesidad de esfuerzos tanto explícitos como implícitos, esfuerzos que a veces no se toman, y esto nos lleva al siguiente punto:

·    Errores humanos: Nunca debemos olvidar que las autoridades (y, por consecuencia, todos sus actos y obras) están sujetos al carácter humano, es decir, que pueden manifestar tanto nuestros aciertos como nuestros fallos.

Como se señala en el último punto, las autoridades (y lo relativo a ellas) y nosotros somos (en base, mas no en organización) el mismo tipo de entidad, debemos entender que “sus” errores, que “sus” fallos y “sus” irresponsabilidades son consecuencia inevitable de que las autoridades sean humanas, como todos nosotros.

Con todo lo mencionado, digo que todas nuestras responsabilidades son del mismo origen que las de las autoridades: nuestras responsabilidades son de colaboración y de crítica constructiva, y nuestros errores, culpa de ambos. Si queremos lograr algo como el bien común debemos admitir todo esto y comportarnos como una unidad, ya que, al fin y al cabo, el que obedece y el que manda son dos caras de la misma moneda, y cada crítica destructiva llevará a que intentemos culpar al otro, y al otro, y al otro “ad infinitum”. De ahí que el echarnos la culpa entre nosotros nos sujete a lo que es, simplemente, un círculo vicioso.

Manuel Benito Perales

Estudiante

San Luis Gonzaga de Ica, 5° “A”


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"There are three sides to every story: your side, my side, and the truth. And no one is lying".
Robert Evans (2002)